As told to Miriam Garcia, 2381 words.
Tags: Writing, First attempts, Collaboration, Process, Multi-tasking, Failure.
Daniel Alarcón habla sobre la liberación de empezar de nuevo
El escritor, periodista y productor de radio Daniel Alarcón analiza cómo es hacer malabarismos entre muchas actividades creativas y cómo se siente cuando tiene que abandonar un borrador malo y empezar de nuevo.Escribiste artículos periodísticos, cuentos cortos, novelas, una novela gráfica, y también produces y presentas un podcast. ¿Cómo decides el formato que mejor se adapta a cada historia?
No las veo tan diferentes. Sé que suena raro teniendo en cuenta las distintas formas en que la gente puede consumir cosas y los distintos idiomas y géneros. Pero todo lo que hice comienza básicamente a partir de una profunda curiosidad acerca de la gente, la forma en que viven, y la forma en que ven el mundo. Hice muchos reportajes en mis novelas, y hay mucha creatividad o pensamiento creativo en la forma en que planifico un viaje de reportajes. No es tan diferente.
A veces creemos que los límites entre diferentes géneros son menos fluidos de lo que realmente son. Por ejemplo, cuando estoy escribiendo un artículo, ya sea para publicar o para la radio, siempre siento que intento llegar a un lugar donde sólo puedo observar a la gente de la manera que es y entender las cosas que me dicen sin palabras. Con frecuencia, me encuentro a mí mismo en lugares parado con la espalda contra la pared mientras observo una escena que transcurre delante de mí y yo sólo tomo notas intensamente, tratando de entender la dinámica entre la gente y lo que fuera que están haciendo.
Honestamente, no es tan diferente de lo que haría cuando escribo una novela. Como novelista, entré en un espacio ficticio y estoy parado en la esquina con la espalda contra la pared observando a la gente. Sólo que esas personas están en mi cabeza y son inventadas. Pero es básicamente el mismo proceso.
¿Cómo cambia tu proceso de escritura cuando escribes ficción, un guion de radio o un artículo periodístico?
Creo que no cambia. Si escribo un guion para una nota de radio, suelo interactuar con la cinta. Empiezo a pensar cosas como: “¿Qué tipo de cinta quiero? ¿Qué escenas necesito ver? ¿Qué tipo de personajes necesito conocer? ¿Qué debo preguntar para obtener la respuesta que quiero?” Y entonces lo hago preparado. Y entonces los personajes responden de maneras que me sorprenden.
Después vuelvo a casa y transcribo la cinta, la escucho y convierto las partes que me llaman la atención en una especie de momentos. Luego las ordeno de un modo que tenga sentido. Por último, empiezo a escribir un tejido conectivo. Y ese proceso es muy distinto a cualquier otro tipo de escritura. A pesar de que hay mucho de la misma observación y pensamiento creativo, y de capacidad de análisis. Es un proceso único que nunca había descubierto antes de empezar a trabajar con la radio.
Las obras de ficción pueden comenzar en cualquier lugar. Pueden comenzar con un gesto, una paleta de colores, el giro idiomático de alguien. Y en esas situaciones, es sólo una fantasía. Y seguir a los personajes dondequiera que decidan ir y escuchar mucho. Esos días, cuando hago periodismo escrito y soy consciente de que no llevo un grabador, lo siento tan liberador porque no tengo que preocuparme de obtener un sonido de calidad. Sólo me preocupo por mirar a la gente a los ojos mientras les hago preguntas y observo sus gestos. Casi se siente como estar volando comparado a cuando uso auriculares y un micrófono.
Te tomó siete años terminar tu libro At Night We Walk in Circles (De noche andamos en círculos). ¿Cuáles fueron algunos de los obstáculos creativos que encontraste en ese proceso?
El principal obstáculo con esta novela fue que era aburrida. Me la pasé escribiendo secciones del libro y cada sección individual era buena, pero al unirlas no había suficiente acción para sostener el interés. Y si no generaba mi propio interés, no iba a generar el interés de nadie más. Así que terminé un borrador a fines de 2010 y se lo mostré a algunos amigos. Lo leyeron y me confirmaron mis peores temores: que era un libro malo y aburrido.
Entonces tenía dos opciones: podía intentar arreglarlo, o tirarlo e intentar empezar de nuevo. Decidí tirarlo y empezar de nuevo. Me tomó mucho tiempo porque escribí dos novelas, una mala y una buena.
También publicaste una novela gráfica y creaste el podcast Radio Ambulante. ¿Qué te motivó a iniciar un nuevo proyecto en un nuevo medio?
Esos proyectos surgieron en el momento del fracaso de esa novela. Es un momento de vulnerabilidad muy triste y difícil cuando te das cuenta de que has estado trabajando en una obra por mucho tiempo y que apesta. Es muy, muy humillante. Pero es también en esos momentos de vulnerabilidad que te abres a todas y cada una de las soluciones. Y yo estaba muy abierto a la idea de jugar con un nuevo medio y un nuevo género, y aprender un nuevo idioma. En parte, porque estaba tan desilusionado con mis propias aptitudes como narrador en mi “medio elegido” porque acababa de terminar una mala novela.
Había algo increíblemente liberador acerca de estar en mis treinta y pico de años y empezar de nuevo, aprendiendo un nuevo idioma y una nueva serie de habilidades. Hay algo absolutamente fascinante en cortar la cinta. Soy un músico frustrado, desearía poder cantar, poder tocar un instrumento. Y la verdad es que no puedo. Pero cortar la cinta tiene su propia especie de seducción. Lo disfruté mucho. Tenía sus aspectos creativos —pero de diferentes maneras que escribir ficción— que me permitían avanzar sin golpearme la cabeza contra la misma pared. Y eso fue increíblemente liberador.
Tienes un equipo completo en Radio Ambulante. ¿Cómo fue la transición entre trabajar como escritor, que suele ser un trabajo solitario, y trabajar con un equipo?
Tanto trabajar solo como trabajar con un equipo es maravilloso y desafiante. Participa mucha gente en cada nota de Radio Ambulante. Solemos escribir nuestras entrevistas de forma colectiva. Todos colaboran en el proceso de darle forma a la idea. Cada nota es editada por distintas personas. Por lo general, mis textos surgen a partir de la versión de un editor o productor. Otras veces, yo escribo textos de guiones que dicen otras personas, así que el trabajo es muy colaborativo. Al final del día, no sabes realmente qué partes de la historia fueron tuyas y qué partes fueron de otros. Y eso es lo atractivo. Es diferente de cuando escribes una novela donde eres responsable de casi todo. Por supuesto que los editores ayudan, pero es una experiencia totalmente diferente. Es liberador. También tienes que aprender a renunciar al control. De alguna manera, es menos responsabilidad porque no tienes que hacerte cargo de generar hasta la última palabra. Eso me gusta.
Tu equipo vive en diferentes países. ¿Eso te resulta desafiante?
Con Radio Ambulante aprendimos a trabajar de forma remota por necesidad, ya que ser multinacional es parte del ADN del proyecto. Tenemos gente en ocho ciudades diferentes, y en función de ello, tuvimos que desarrollar sistemas para hacerlo funcionar. Ya sea que se trate de distintas herramientas digitales como Slack, Trello, DropBox para compartir archivos grandes, o del uso de Google Docs para trabajar en guiones de forma conjunta. Estas herramientas digitales que no existían hace una década hacen que un proyecto como este sea viable. Sin ellas, no podría funcionar en absoluto.
Mencionaste que trabajar con un equipo era liberador porque tenías que renunciar al control. ¿Tuviste algún problema en aprender a hacerlo?
Tuve algunos problemas. Creo que tenía tantas ganas de hacerlo, dado que la novela que mencioné fue tan difícil de escribir. Casi muero escribiendo ese libro. Y entonces pasar de escribir ese libro a estar rodeado de un equipo especialmente elegido de gente brillante, uno de ellos es mi esposa, fue liberador. Podemos trabajar juntos en cosas de las que no soy el único responsable. Obviamente soy un miembro valioso del equipo, pero hay distintas personas que son buenas en distintas cosas y aportan ciertas habilidades al trabajo. Puedo decir, “Uy, necesito esto. ¿Me ayudas? ¿Podemos hablar sobre esta idea? Y los demás hacen lo mismo conmigo. Es un tipo de conversación completamente diferente que no tienes cuando escribes una novela.
Incluso con el editor más involucrado en un proyecto literario, puedes hablar sobre la estructura o sobre el sombreado de caracteres de esta u aquella manera. Pero no te escriben una oración. Y en este tipo particular de emprendimiento periodístico, yo podría escribir parte del guion de un productor, y uno de los editores podría escribir parte de mi guion. Y en el proceso de una edición, podría haber tres o cuatro personas haciendo sugerencias en el mismo Google doc. Y esto para mí es una forma totalmente distinta de escribir.
¿Qué define a un socio creativo perfecto?
La generosidad. Pienso mucho en la relación entre un escritor y un editor. Mis trabajos han sido editados por editores literarios, revistas impresas, editores periodísticos, y editores de radio. Yo edito trabajo de alumnos, trabajo de Radio Ambulante, y edité ficción. Ayudé a editar las novelas y guiones de mis amigos. Hice mucho. Lo que me gusta de la edición es ayudar a otras personas a descubrir qué es lo mejor de la historia que están tratando de contar. Y lo que me gusta cuando editan mis textos es que, cuando tienes un buen editor, sientes que hay alguien más que está tan comprometido en el éxito de tu obra como tú. Y ese es un acto muy generoso. En una buena relación editorial, te sientes muy apoyado por alguien que está comprometido con tu éxito, y esa es simplemente una sensación increíble.
¿Alguna vez empezaste un nuevo proyecto que no funcionó o que tuviste que abandonar?
Una interpretación generosa de mis fracasos sería que simplemente no tengo tiempo suficiente. De verdad creo que para ser bueno en cualquier cosa, tienes que equivocarte mucho al hacerlo. Tal vez esto no es por arrogancia, sino que se trata más de que la curiosidad puede llevarte mucho tiempo. Y soy muy curioso sobre un montón de cosas. Si tuviera más tiempo, me gustaría hacerlas todas.
Estás involucrado en muchas cosas. ¿Cómo priorizas el tiempo para tus proyectos?
Con Radio Ambulante implementamos algunos sistemas para que el programa salga al aire a tiempo. Creamos flujos de trabajo y hay personas específicas del equipo que se encargan de que salgamos al aire según lo programado.
Me gusta mucho enseñar. Quiero ser buen profesor por respeto a los alumnos que invirtieron tiempo y dinero para aprender. Y si yo no me comprometo por completo, los estaría estafando. Durante el semestre, es muy fácil priorizar a los alumnos porque son los que tienes delante tuyo. Y allí es donde el trabajo a distancia pasa a ser un verdadero desafío. Porque los alumnos te tocan la puerta, pero nuestros compañeros de Radio Ambulante te envían mensajes a través de Slack. Entonces, ¿a quién debería responder primero? Obviamente al que dice, “Hola, ¿profesor?” A ellos respondo, a los que están allí. Entonces, lo que termino haciendo es trabajar hasta las dos de la mañana, todas las noches. Básicamente mi solución no es una solución. Mi solución es trabajar hasta morir.
Ya no escribo más ficción. Si quiero escribir ficción, necesito planificarlo seis u ocho meses antes y decir, “Muy bien, en enero me voy a tomar dos semanas, voy a pedir prestada alguna casa y me voy a sentar a escribir una historia”. Nunca pude descubrir cómo hacerlo. Terminé mi última novela la noche anterior a que naciera mi hijo de cinco años. Y después mi última historia, que era básicamente una novela, fue la última de mi más reciente colección de historias. Y la terminé en casa de un amigo hace dos veranos. La única manera que pude hacerlo fue yendo dos semanas a la casa de este amigo y sentándome allí a escribir. Esa fue la historia en la que estuve trabajando durante ocho años. Y esa es sólo una historia. Así que paciencia, supongo.
¿Cuál es uno de los hábitos de trabajo con el que siempre tienes que luchar, y cómo lo haces?
Solía decir que la parte productiva del día termina en el momento que consultas tu correo electrónico. Lo que es contradictorio, ya que gran parte de lo que pensamos como “trabajo” es simplemente responder los correos electrónicos. Pero eso era muy cierto cuando escribía ficción todas las mañanas. Me levantaba y escribía ficción de 5:00 a 7:00 de la mañana. Y es cierto, tan pronto como empiezas a leer tu correo electrónico, el trabajo de ese día se va al infierno. Cada vez que intento hacer algo que de alguna forma sea creativo tengo que cerrar el correo electrónico, Slack, Twitter, todo.
¿Puedes encontrar algo de tiempo libre para nutrir tu creatividad con tu apretada agenda?
Afortunadamente, la mayor parte de mi trabajo es nutrir mi lado creativo, o nutrir la creatividad de otras personas. Hay cosas que hago por mí mismo que me equilibran más a nivel psicológico. Juego al fútbol dos o tres veces por semana. Lo que me gusta de eso es que no es intelectual. Es creativo, pero la creatividad se expresa físicamente. No tengo tiempo para jugar en una liga, así que sólo juego para entrenar. Nunca sabes quién va a estar en tu equipo y la mayoría de las veces no sabes los nombres de la gente o de dónde vienen. Sólo aparecen y empiezan a jugar.
En cada juego se crea una cultura. Es un contrato social que haces con extraños. Y ahí está el juego en sí, que puedes ganar o perder. Hay un rendimiento individual donde se puede jugar bien o jugar mal. Pero también hay una relación muy interesante entre estos extraños con los que puedes establecer una relación o no. Y eso siempre me resulta fascinante.
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