October 3, 2016 -

As told to Brandon Stosuy, 2573 words.

Tags: Music, Culture, Independence, Beginnings.

Philip Glass habla sobre controlar tu producto y recibir ingresos por lo que haces

  Copied link to article!

Hablemos sobre autores. Estamos hablando desde el punto de vista del compositor, el creador del trabajo-o de la persona que es el autor. Tienes que comenzar con eso. Sin eso no hay nada de qué hablar.

En la música, los compositores tienen la opción de ser propietarios de nuestro trabajo. Creo que esto es la realidad para los libros, pinturas, para todo. Podemos renunciar a esa opción, o alguien nos la puede comprar. Soy el editor de mi trabajo, a menos que se lo dé a alguien más. En otras palabras, la propiedad viene de la autoría.

Hay una relación directa ahí. El autor es el propietario, a menos que se lo dé a otra persona, y entonces esa persona se convierte en el editor. El compositor puede ser el mismo el editor, y eso es lo que he elegido hacer, así como muchas personas en el mundo de la música pop: David Bowie, Los Beatles… Es una historia famosa sobre sus primeras batallas editoriales hasta que McCartney terminó siendo propietario de bastante.

He realizado algunos logros importantes que fueron comprados de inmediato por películas importantes de Hollywood. Me las compraron porque me pagaron lo suficiente. Fue bastante simple. Desde su punto de vista, prefirieron ser dueños de todo.

Estamos hablando acerca de quién es dueño de la música, para decirlo crudamente. Entonces esa persona puede hacer lo que quiera con ella. Quieren transmitirla, quieren darla al mundo, si eso es lo que quieren. Existen personas que quieren hacer eso y lo respeto. “Yo quiero que mi música pertenezca al mundo y voy regalarla.” Eso es genial. Tal tienen padres que los mantienen. Yo no sé de dónde sacan su dinero. Tal vez roban bancos o tal vez trabajan como conserjes o taxistas y solamente quieren compartir su trabajo con el mundo. Entonces eso es algo que podemos respetar.

Mi postura personal era que tuve padres excelentes. Personas realmente maravillosas. Pero mi madre era maestra. Mi padre tenía una pequeña tienda de discos en Baltimore. Ellos no tenían dinero para apoyar mi carrera. Comencé a trabajar muy joven. Eres demasiado joven para saber esto, pero cuando recibes tu primer cheque del Seguro Social, obtienes una lista de cada lugar en el que has trabajado desde que empezaste a trabajar. ¡Es genial! Descubrí que estaba trabajando desde que tenía 15 y depositando dinero en el sistema de Seguridad Social desde esa edad en adelante. Pensaba que había sido mucho después. Pero no, en realidad estaba pagando dinero desde tan joven.

El punto es que la mayor parte de mi vida me he mantenido a mí mismo. Y yo soy propietario de la música. Nunca la he regalado. Soy el editor de todo lo que he escrito excepto por un puñado de bandas sonoras que compraron los grandes estudios. Pienso, “Claro tu puedes ser el dueño. Puedes tenerlo, pero tienes que pagar por ello”. Y Ello pagaron para eso. No fueron regalos.

Una de las cosas interesantes que sucedió. Hace unos años estaba con Godfrey Reggio, tal vez en 1983 o 1984. Llevó Koyaanisqatsi al festival de cine en Rusia. Llevó la película a Rusia y empezó a reproducirla en lo que ellos llamaban clubes cinematográficos. Yo dije, “Godfrey, ¿qué te pagaron?” Él dijo, “Pues, no me pagaron nada.” Le dije, “¿En serio?” Le dije, “¿Entonces de qué trata?” y él dijo, “El arte pertenece a la gente.”

Por un lado, ya no nos importa que el arte pertenezca a la gente. Pero, por otro lado, si nos importa. No estoy seguro de esto, pero pienso que en YouTube, pasan lo que sea. Pero si tú eres el dueño de algo, y les pides que lo quiten, lo quitarán. Su posición es que el arte pertenece a la gente.

Por otro lado, el ingreso por la publicidad que se hace con tu arte, les pertenece. [Ríe] Si tú puedes hacer las reglas, haces las reglas de la manera que quieres, ¿cierto? Así es como todo esto queda.

Mi sentir es que hay otra manera que es como lo hemos estado haciendo, que consiste en hacer nosotros la música con iTunes. Las personas pueden descargar la música y pagan por ello. No es mucho dinero.

Si compras un disco, si obtienes un disco, un CD, eso es otra cosa. Algunas personas quieren tener una caja de sinfonías por mí, por ejemplo, que sea publicada por una compañía como Orange Mountain Music, la cual también soy yo. Puedes hacer eso y ni siquiera cuesta tanto dinero, pero nadie te lo va a dar gratis en el supermercado o algo parecido.

A veces hacemos tratos, como con el estreno de Einstein on the Beach en el Teatro Champs-Élysées en París. Esa noche fue transmitida, y fue transmitida durante un mes aproximadamente. Lo hemos ofrecido así, porque queremos que la gente viera el trabajo. Fue algo hermoso. El mes se acabó. La transmisión terminó. Ahora si quieres comprarla puedes hacerlo, así que también permitimos una ventana, por así decirlo, para ciertas que ciertas características sean transmitidas, pero esa no es la regla bajo la cual trabajamos.

El editor puede hacerlo interesante para que nosotros cooperemos con ellos en el proceso de transmisión de esa manera, y lo haremos, y lo he hecho. En principio, no siempre lo hago. Ya sea que las personas lo compren o no, ¿qué me importa? Espero que lo compren, espero que les guste.

Cuando mi padre tenía una tienda de discos, no les permitíamos a la gente que robaran los discos. Mi hermano y yo vigilábamos a la gente cuando entraban y nos asegurábamos que no metieran discos en sus chamarras, y lo hacían. Estoy hablando de los LPs grandes de 12”. Los metían en sus pantalones y salían de la tienda. Nos enseñaron desde niños en Baltimore que no tenían permitido hacer eso. ¿Qué te parece eso como un punto de vista?

Digamos que te subscribes a Apple, o algo así, y pagas algo de dinero. La pregunta es qué pasa con ese dinero. ¿Algo de ese dinero llega al bolsillo del hombre o la mujer que hicieron esa pieza? Simplemente sigue el dinero-como dicen en las películas. Simplemente sigue el dinero. Ve a donde va. Si nada de dinero va a la persona que la realizó, entonces no creo que sea buena idea.

Creo que la subscripción parece ser una excelente idea. Bien, déjame pagar $40, $50, $60 por mes y elegir todo lo que quiera. Bueno, bueno, bueno. ¿Pero qué pasa con los $40, $50, $60? ¿Quién lo recibe? ¿Se divide entre los autores de la música? Esa es una pregunta que les tienen que preguntar. Yo no conozco la respuesta a esa pregunta.

Yo no participaré en las subscripciones en donde no esté representado. ¿Por qué lo haría? En la tienda de discos de mi padre, ¿por qué diría, “Bien, te diré algo. Voy a cerrar mis ojos y contaré hasta 30 y puedes tomar cualquier cosa que quieras y cuando abra mis ojos no debes estar en la tienda.” No jugábamos ese juego en Baltimore. Se nos enseñó que teníamos que cuidar los discos.

Por cierto, hay otras partes de esa historia que no tengo que contar ahorita. Mi padre no necesariamente llamaba a la policía cuando atrapaba a gente, pero esa persona no volvía a regresar.

La idea de transmisiones en vivo necesita expandirse a hablar hacia dónde se va el dinero. Claro, existe publicidad que va sobre todo. Incluso puedes pagar una tarifa para no recibir la publicidad. Si no quieres ver esas cosas. Cuesta un poco más.

Mi pregunta siempre es, “¿Dónde está el autor? ¿Dónde está él en la transacción?” Tiene que estar en algún lugar en esa línea en donde va el dinero. Si no está ahí, entonces estamos de regreso en Rusia diciendo, “El arte pertenece a la gente.” Buena idea, ¿pero quién le dará de comer al artista?

Lo que sucede es que los artistas se encuentran en un punto donde ya no pueden vivir de su trabajo. Tienen que preocuparse sobre eso. Tienen que convertirse en intérpretes. Ese es otro tipo de trabajo que hacemos. Salgo y toco música. El gran boom en las interpretaciones se debe parcialmente debido a la transmisión, ¿no es así? Sabemos, por ejemplo, que hay grandes bandas de rock and roll que regalan sus discos. Solamente tienes que comprar el boleto para el concierto. El costo del disco es poco en comparación con el costo del boleto. Se ha cambiado un poco; siguen pagando, pero están pagando en la taquilla en lugar de la tienda de discos. El dinero como quiera encontrará su camino.

Entonces tienes que ser el tipo de persona que sale y toca, pero algunas personas no lo son. Hay unos compositores muy buenos que nunca han tocado en público. No soy uno de ellos, porque no soy tan buen compositor. He estado tocando música desde que tengo 12 años. Eso es lo que hicimos. No me pagaban tanto, pero por lo menos me pagaban. Eventualmente, pude convertirlo en una forma de vida. Independientemente de sí vendía o no discos, podía vivir de tocar.

Aun así queda la pregunta de ¿qué pasa con la mujer o el hombre que, por cualquier razón, no puede salir y tocar su música? No hacen dinero por interpretar su música. La única manera en la que ganaran dinero es mediante la forma en que la gente la use.

Hay otra manera, existen licencias que van a las películas que van a las compañías de cine, y todo tipo de espectáculos de moda-lugares, intermisiones de fútbol americano. Ha habido personas que toman mi música para ponerla en eventos grandes de la NBA y demás. Me pagan como el propietario de los derechos de autor. Eso no tiene nada que ver con que yo haga transmisiones. Eso tiene que ver con un comercio que funciona de manera diferente.

Nunca ha sido fácil para los pintores, o escritores, o poetas, el poderse mantener. Una de las razones es que nosotros, me refiero a un gran “Nosotros”, les negamos un ingreso por su trabajo. Como sociedad lo hacemos. Sin embargo, estas son las mismas personas respecto de las cuales supuestamente no podemos vivir sin ellas. ¿Es curioso, no? Pero las personas son ingeniosas sobre cómo mantenerse. Hemos cerrado colectivamente fuentes importantes de ingreso a los compositores. Al mismo tiempo, los compositores han sido ingeniosos en buscar maneras de generar dinero de su música. El superviviente está sobreviviendo-pero no todos son supervivientes.

Recuerdo ese evento años atrás con los clubes de cine en Rusia. En ese momento, cuando eso estaba pasaba, probablemente aún seguía conduciendo un taxi en Nueva York. Lo cual hice hasta que cumplí 42, o algo así. Mientras tanto, habían personas en Rusia viendo una película con mi música y yo no recibía nada. ¿Puedes imaginar qué pienso sobre el Sistema Comunista? Yo no pensaba que fuera muy bueno. Deberíamos de honrar a las personas pagándoles por las obras que estamos disfrutando.

A cierto nivel, pienso que subscribirse es una buena manera. Es un sistema que puede funcionar. Es cuestión de cómo los ingresos son respartidos. No estoy en contra de compartir dinero. Existen todo tipo de personas involucradas en las producciones y las personas son pagadas por todo tipo de cosas, pero debería de incluirse al autor.

¿Cómo es que el autor es el último en ser pagado? Es completamente absurdo. ¿Estoy tomando una postura extrema cuando pienso que los autores y pintores deberían de estar en algún lugar de la distribución del ingreso? ¿Es esto una idea loca?

Mi propia compañía, Orange Mountain Music, está emitiendo el álbum original Candyman como un LP. Le dije a los chicos “¿Quien diablos está comprando esto?” Dijeron, “Oh, mucha gente. Ellos quieren LPs.” También está eso. Es una situación compleja. A unas personas no les importa, otras personas quieren el objeto.

Estamos hablando acerca de una imagen compleja, en términos de mercado. Si tuvieras que hacer un mapa de ese mercado, se vería algo así como un mapa de París o Tokyo. El mapa sería un mapa muy complejo, donde no puedes encontrarte. Eso no es tan malo.

Es una sociedad compleja. Tenemos con actitudes que se forman no solamente por un grupo de edad, sino por base económica, o base étnica. Existen todo tipo de influencias. No podemos realizar una descripción simple de lo que sucede. Es una situación complicada.

Pero, al final, eso es probablemente lo que nos va a salvar. Es complicado describir el consumidor típico de música. Existen suficientes personas en el planeta, todas haciéndolo de diferente manera, de tal manera que de alguna forma vas hacer una forma de vida de eso.

Cuando era niño, vendíamos tantos discos de Elvis Presley, que no puedes creerlo. Tenemos esos discos RCA. Nunca los sacamos ni siquiera de la caja, los entregábamos sobre el mostrador. Las personas hacían fila para comprar estos discos. Generaban una fortuna. ¿Sabes qué? Lo merecían.

¡Pero tal vez estas memorias son simple nostalgia, y simplemente deberíamos rendirnos! [se ríe] ¡Rendirnos ya! Pero no te rindes, porque es real.

Cinco Piezas Esenciales de Philip Glass por William Robin, un musicólogo que enseña en la Universidad de Maryland.

  • Two Pages (1968) Implacablemente clara, esta obra maestra inicial explora el ritmo aditivo, una técnica derivada del trabajo de Glass con músicos indios incluyendo Ravi Shankar, en el que las frases musicales se expanden y contraen elásticamente.
  • Einstein on the Beach (1976), “Knee Play III”. Una colaboración revolucionaria con el director Robert Wilson quien vendió todos los boletos en el Metropolitan Opera cuando estrenó en 1976, Einstein on the Beach re-imaginó la opera como abstracta, enigmática, y profundamente involucrada con la comunidad artística interdisciplinaria del centro de Nueva York. La música de Glass aquí representaba la cima de su fase experimental, como en el increíble “Knee Play III”, uno de los intermedios más inquisitivos e inolvidables de la ópera.
  • Satyagraha (1979), Act III: Part 3. Tal vez no haya mayor cambio impresionante en la música de Glass que el movimiento de un timbre de los órganos Farfisa PhilipGlass Ensemble´s a las texturas exuberantes de la orquesta sinfónica. Satyagraha, la primera obra de Glass escrita para voces de ópera tradicionales y orquesta completa, representa un punto de cambio grande en su estilo. Sánscrito para “fuerza de la verdad,” Satyagraha también simboliza el compromiso del compositor con la justicia social: durante una demostración de Ocupación de Wall Street afuera de la Metropolitan Opera en el 2011, se unió a los protestantes y recitó las líneas de cierre de la ópera.
  • Koyaanisqatsi (1982) Glass se le reconoce mayormente hoy en día por su trabajo como compositor de películas, una carrera de treinta y cuatro años que comenzó con Koyaanisqatsi, una colaboración con el director Godfrey Reggio. Aunque ahora su estilo ha sido copiado en docenas de comerciales, en 1982 el logro meditativo de Glass y las imágenes pausadas de Reggio representaron una crítica poderosa e incisiva.
  • Symphony No. 9 (2011), primer movimiento. Desde los 80s, Glass se ha involucrado profundamente con los géneros tradicionales de sinfonía y cuartetos de cuerda. La Symphony No. 9 tiene un peso expansivo digno del compositor Romántico del siglo 19 Anton Bruckner, uno de los modelos de Glass; su más reciente, Symphony No. 11, estrenará en Carnegie Hall en su cumpleaños 80 años en enero.