March 24, 2017 - Yoshua Okón nació en la Ciudad de México, donde reside actualmente. Su obra se describe como “una serie de experimentos casi sociológicos ejecutados para la cámara que mezclan situaciones escenificadas, documentación e improvisación y que cuestionan las percepciones habituales de la realidad, la verdad, la individualidad y la moralidad”. En 2002 obtuvo una Maestría en Bellas Artes de la UCLA con una beca Fulbright. MIASMA, una exposición individual que se inauguró en febrero de 2017 en el Parque Galería de la Ciudad de México, “explora operaciones encubiertas de infiltración cultural por parte del gobierno de Estados Unidos en México”. Su atracción principal es el monumento de George Bush del centro de Houston.

As told to Brandon Stosuy, 3073 words.

Tags: Art, Process, Politics, Inspiration.

Yoshua Okón habla sobre la diferencia entre activismo y arte

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Has hablado de cómo las cámaras de video permiten a las personas actuar. Tu obra “Poli V” tiene a un policía bailando y a otro haciendo girar un bastón y agarrando su entrepierna. ¿Has visto un cambio en este tipo de reacción ante una cámara en la era de Snapchat y Facebook Live?

En cierto punto ha cambiado porque la gente está acostumbrada a la presencia de cámaras. Aun así, cuando nos damos cuenta de que nos están filmando, hay algo que afecta nuestro comportamiento. De alguna manera abre posibilidades.

Sin embargo, cuando empecé a hacer videos en la década del 90, ni siquiera existían los “Reality shows”. Era muy diferente. Era una situación excepcional sacar una cámara. Eso ha cambiado, pero de todas formas, no creo que haya afectado mucho al funcionamiento básico de la forma en que trabajo con personas que no son actores. Aunque estemos más acostumbrados a estar rodeados de cámaras, no creo que la psicología de ser filmado haya cambiado mucho. En aquellos días, la primera pregunta que la gente me hacía era: “¿Voy a aparecer en la tele?”, porque la asociación con una cámara de televisión surgía de inmediato.

Con YouTube y el resto de redes sociales, quizás puedes anticipar más el resultado, pero actuar frente a una cámara, aunque sea el celular de tu novia, sigue siendo asociado con un espacio de ficción y, por lo tanto, con un espacio que nos libera de los roles de nuestra vida cotidiana. Obtenemos una especie de licencia para comportarnos de manera diferente a lo habitual y para ir más allá de nuestros estrictos roles de comportamiento en la sociedad. Se podría argumentar que frente a una cámara nos acercamos más a lo que realmente somos.

Tu exposición, MIASMA, trata acerca de las operaciones encubiertas de la CIA en México. La vigilancia es a menudo documentación registrada por cámaras ocultas. ¿Tenías eso en mente cuando empezaste a trabajar en este proyecto?

Es una manera interesante de verlo, pero para ser honesto, no. No pensé en eso deliberadamente. Esta exposición trata más acerca de lo que se está proyectando en contraste con lo que realmente sucede detrás de la superficie. Existe allí una discrepancia a la que la exposición apunta.

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Yoshua Okón: Miasma, on display at Parque Galería 07 Feb 2017 — 28 Feb 2017, Photo by Ramiro Chaves

Hace algunos años te describieron como un punk. En uno de tus proyectos aparecías destrozando vidrios de automóviles y robando estéreos. ¿Todavía te sientes impulsado a hacer ese tipo de trabajo?

Siento que aún sigo rompiendo vidrios de coches. Pero mis estrategias han cambiado. Tal vez sean menos punk o menos directas, pero creo que en el fondo, lo que busco no ha cambiado tanto. En mi trabajo siempre he intentado abordar diferentes aspectos de lo sórdido de nuestra cultura, y por nuestra cultura me refiero a la civilización occidental en general. Nuestra cultura sumamente mediática tiende a proyectar una imagen que generalmente no se corresponde mucho con su violenta estructura subyacente, y este tipo de discrepancias es lo que me ha interesado destacar. Ya sea con un lenguaje crudo y directo o con un lenguaje más sutil.

¿Obtuviste alguna reacción negativa por tus primeros trabajos? Cuando filmabas a un agente de policía y luego aparecía en una muestra o cuando te proyectabas robando estéreos… ¿alguien te dijo: “Oye, aquí te has metido en problemas”?

No, nunca me metí en problemas. En México solemos ser bastante cínicos. Al menos en esa época. Existe una gran diferencia con Estados Unidos, donde importa mucho la proyección de esta fachada de una cultura equitativa y respetuosa de la ley, cuando estructuralmente el sistema es sumamente violento y corrupto. Esa es la base de la cultura de consumo. Es una cultura consciente de los medios y la imagen, donde lo que se ve en la superficie es lo que constituye la realidad. Aquí no hay tanta obsesión con la superficie. La corrupción es mucho más evidente, no está tan oculta.

Parece que la reacción más fuerte fue la del dueño de la perra con la que se apareó tu perro. Tuviste que abortar a los cachorros porque eran de diferentes razas.

Es verdad. Esa obra es sobre un encuentro sexual entre un caniche francés y un perro sin pelo mexicano. En esta obra abordaba cuestiones raciales a través de los perros. Realmente me sorprende cómo en el mundo canino seguimos hablando en términos de “razas puras” de una manera jerárquica. Jamás hablaríamos en esos términos al describir seres humanos, a menos que seamos supremacistas blancos o algo así, porque no es políticamente correcto. Pero eso no significa que no sigamos conceptualizando la raza en esos términos racistas. Desde el punto de vista biológico, la raza no existe, es una construcción artificial inventada en Europa para justificar la esclavitud y la colonización. Pero seguimos hablando de raza como si existiera y de esa manera seguimos normalizando ese sistema y perpetrando su estructura jerárquica implícita. Así que la obra resalta cómo hemos sido incapaces de volver a conceptualizar esa comprensión tan básica a pesar de los avances que hemos tenido en la ciencia con el ADN adonde podemos ya ver claramente que bilógicamente no se pude pensar en términos de razas. Esta obra nos permite entendernos a nosotros mismos a través de la forma en que concebimos a los perros.

En el arte, a las personas se les presenta una superficie. ¿Cómo los motivas a mirar los significados más profundos que están debajo de esa superficie?

Ese es el gran desafío y donde los artistas deben realizar una especie de truco de magia. Un juego en el cual se pueda seducir y jugar con las expectativas del público al mismo tiempo. En la cultura de consumo, tendemos a ser consumidores pasivos; no estamos acostumbrados a trabajar arduamente de manera conceptual cuando nos confrontan con la representación. Y el arte no es una excepción. En otras palabras, no solemos ser creativos y críticos en nuestra vida cotidiana. Opino que el secreto radica en ser capaz de empujar a los espectadores hacia una zona de incomodidad conceptual. Una zona que los ponga en una posición en la que deban cuestionar lo que están experimentando y, por lo tanto, formular su propia interpretación. De esta manera, al pasar de la modalidad pasiva de la cultura de consumo predeterminada a la modalidad activa y comprometida de la participación creativa, podemos intentar ir más allá de la superficie.

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Yoshua Okón: Miasma, on display at Parque Galería 07 Feb 2017 — 28 Feb 2017, Photo by Ramiro Chaves

MIASMA es muy oportuna. Pensaba en cuando George Bush padre apareció en una silla de ruedas antes del Super Bowl. Es un duro contraste con el video en MIASMA, donde haces primeros planos de esta estatua idealizada de él. Con todo lo que está sucediendo en Estados Unidos, la gente está hablando de que George W. Bush fue tan horroroso como el padre, como si dijeran: “Vaya, hemos alcanzado un nuevo nivel de horror”. Pero el horror siempre estuvo ahí.

En la exposición utilizo a George H.W. Bush como un símbolo del neoliberalismo y como una manera de hablar sobre el inminente colapso del sistema insostenible que ayudó a instituir. Así que sí, su reciente paso por el hospital es oportuno. De hecho, el curador de la exposición utiliza una metáfora similar en su texto al conectar el colapso de su cuerpo con el colapso del capitalismo global.

Me resulta asombroso que cuando Obama estaba en el cargo, la izquierda en los Estados Unidos y en otros lugares apenas era crítica. Incluso hubo muy poca oposición cuando su gobierno deportó a más inmigrantes que cualquier otro presidente en la historia de Estados Unidos (alrededor de 3 millones), cuando bombardeó todo en Medio Oriente, cuando salvó a los bancos corruptos, cuando no hizo nada por el cambio climático y la catástrofe ambiental que estamos atravesando. ¿Por qué? Creo que tiene mucho que ver con el hecho de que es una persona persuasiva, intelectual, con excelente apariencia y nos dice lo que queremos escuchar, incluso si sus políticas contradicen su discurso. Somos una cultura obsesionada con la imagen superficial y hay mecanismos poderosos que nos impiden excavar más allá de eso.

La siguiente historia ilustra lo que quiero decir. Cuando estaba en Los Ángeles, donde viví durante ocho años, aparecieron un montón de artículos en L.A. Weekly acerca de la contaminación en la ciudad. Hicieron una conexión muy directa, respaldada por especialistas del Centro Médico Cedars-Sinai, entre la contaminación del aire generada por los vehículos y un enorme aumento de tumores cerebrales y muchos otros problemas de salud. Los artículos decían que la “solución” a los problemas de contaminación de la década del 70 fue el convertidor catalítico. Pero lo que el convertidor catalítico hace es simplemente descomponer las partículas contaminantes creando la ilusión de que no existen. En otras palabras, las partículas siguen saliendo pero ahora no las vemos porque son mucho más pequeñas. Y estas partículas mucho más finas pasan directamente al torrente sanguíneo. Por lo tanto, en cuanto a la salud, son incluso peores que las nubes de humo negro, pero no podemos verlas. Los artículos eran alarmantes; incluso lo llamaron “el asesino silencioso”, pero no tuvieron ninguna repercusión.

Creo que así ha funcionado el neoliberalismo. Al poner énfasis en la imagen, logra crear una ilusión poderosa que nos ha mantenido en la negación y lejos de abordar todos los problemas subyacentes del capitalismo global.

Ahora las cosas están cayendo por su propio peso. La idea del neoliberalismo de que los mercados se autorregulan simplemete no es verdad. Cuando el capitalismo no está regulado, empieza a morder su propia cola y se vuelve insostenible. Creo que a eso nos estamos enfrentando ahora mismo. Trump es solo un síntoma de tal colapso. Muchos están tratando de boicotear a New Balance por su apoyo a Trump. Pero, ¿por qué no hemos estado boicoteando a Nike por explotar gente y contaminar el medio ambiente en lugares lejanos? Porque no podemos verlo, está muy lejos. Y Trump está en nuestra cara. Él no es sofisticado, ni siquiera es un político y no tiene la magia de Obama. Él está rompiendo la ilusión y sacando todos estos problemas a la superficie. Involuntariamente, les está dando visibilidad y abriendo una gran lata de gusanos. Por supuesto, es fácil demonizar a Trump, pero estos problemas existían mucho antes de su presidencia y es importante ponerlos en contexto. Por favor, no me malinterpreten. De ninguna manera creo que Trump sea la solución. Pero pienso que de una manera involuntaria podría desencadenar una reacción que despierte y active a la izquierda en todo el mundo, la cual ha estado adormecida por mucho tiempo.

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Yoshua Okón: Miasma, on display at Parque Galería 07 Feb 2017 — 28 Feb 2017, Photo by Ramiro Chaves

Cuando veníamos hacia aquí hablábamos de las ferias de arte. Por lo general, tu arte es abiertamente político. ¿Crees que esto forma parte de la complicación de las ferias de arte?

Uno de los motivos por los que hago arte es para poder desafiar al espectador y para que tengamos una experiencia e interpretación más matizada y compleja del mundo que nos rodea. Las ferias de arte desempeñan una función importante en la industria y no tengo nada en contra de ellas en ese sentido, pero no estoy de acuerdo con que se presenten como lugares en los que el público general puede experimentar el arte, porque no es así. Las ferias de arte son un pésimo sitio para mirar arte porque el arte se fragmenta y descontextualiza. Es muy difícil tener integridad artística en un lugar así y es muy difícil apreciar el arte. El promedio de atención es literalmente tres segundos. Solo los profesionales pueden sacar provecho de un contexto así.

Acabas de dar una charla en Salón Acme sobre arte y dinero.

Fue muy general. El moderador era poco preciso. Pero fue divertido porque conocía a los otros dos panelistas, así que hablamos sobre temas locales y sobre cuánto cambió la escena con la gran explosión del mercado a principios de la década pasada y cómo eso ha afectado la forma de trabajo de los artistas. También hablamos de conflictos de intereses y del gran problema de que los Patronatos de Museos tengan influencia en sus programas. Hablamos de cómo el dinero a veces puede poner en peligro la cultura y la importancia de que las instituciones tengan códigos de ética.

Una de las cosas que sostuve fue que todos estamos inmersos en un sistema capitalista y solo podemos trabajar desde adentro. La pregunta pertinente no es si existe un mercado o no, sino cuál es la naturaleza de ese mercado y qué tan bien está regulado. Lo cual se remonta a lo que estaba diciendo: no creo que el problema sea intrínsecamente el capitalismo, sino nuestro particular modelo de capitalismo neoliberal.

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Yoshua Okón: Miasma, on display at Parque Galería 07 Feb 2017 — 28 Feb 2017, Photo by Ramiro Chaves

En MIASMA, la fotografía central es de turistas andando en Segways. ¿Dónde es eso? ¿Las tomaste tú o las encontraste?

El punto de partida de toda la exposición fue el libro “La CIA en México” del periodista Manuel Buendía, quien dedicó muchos años a descubrir agentes de la CIA en México y que, meses después de publicar este libro, fue asesinado con cinco disparos en la espalda. El libro salió en 1984, así que empecé a buscarlo en viejas librerías del centro. Un amigo finalmente encontró una copia. Encontrar el libro de por sí ya fue un proceso. Lo leí y había dos capítulos dedicados a George H.W. Bush en los días en que fue director de la CIA.

Había hecho una exposición en Houston, tal vez un año antes. A las dos de la mañana, después de tomar unos tragos, el curador me llevó a ver este monumento público de Bush H.W. Está abierto las 24 horas porque está en un parque. Tiene una iluminación que se proyecta desde el suelo que hace que todo el lugar se vea muy espeluznante. Recuerdo haber pensado que por la noche cobraba vida la verdadera cara siniestra de este monumento. Se expresa por sí solo.

Cuando estaba leyendo el libro, recordé el monumento y en ese momento es cuando conceptualicé esta exposición. Así que fui a Houston y filmé un video en el lugar del monumento. Al día siguiente, estábamos tomando algunas fotos de la locación con luz de día y apareció este grupo de turistas en sus Segways. Yo pensé: “Esto es demasiado”. Comencé a tomar fotos de una manera muy informal. Luego, cuando terminé de editar el video, quedé muy satisfecho con el resultado, pero no me gustaba el hecho de que el lugar en sí mismo se había vuelto muy abstracto, casi que se podía haber hecho en un estudio. De alguna manera, parecía no ser un lugar real. Para mí era muy importante dar contexto. Así que recordé estas fotos de los turistas y decidí usarlas como una forma de contextualizar. Así que, en un principio, las tomé por el simple hecho de que eran graciosas, pero terminé incorporándolas a la exposición. De alguna forma estos turistas se convierten en la personificación del consumidor pasivo e irreflexivo del sistema neoliberal.

¿Añadiste el humo en el video del monumento?

Añadí dos elementos. La máquina de humo y también una luz extra. Debido a que por algún motivo tenía una luz en el suelo en ambos costados y otra detrás, pero ninguna adelante. Así que puse una en el frente para iluminar la cara de la estatua. Esto la hace parecer una especie de cráneo. Como un cadáver. Esos son los dos elementos que agregué.

¿La cucaracha no?

La cucaracha estaba allí. Estaba lleno de esas cucarachas. Houston es un pantano, así que tiene cigarras (que se pueden escuchar en la pista de audio), y murciélagos y cucarachas que pueden verse en el video.

¿Alguien te preguntó por qué estabas filmando el monumento de noche con máquinas de humo?

Aunque no lo creas, no. No necesitamos un permiso porque es un espacio público y se puede filmar en cualquier momento. Los policías pasaban, miraban y seguían caminando. Me sorprendió mucho porque viví en Los Ángeles y la policía allí es muy severa. No les gusta nada fuera de lo común. Parece que en Texas no son tan estrictos. No nos molestaron para nada.

¿Consideras tus obras como “arte político”?

Es una pregunta difícil. Si por “político” te refieres a activismo, entonces no creo que el arte deba ser activista. El activismo tiene agendas específicas. “Quiero que la gente deje de usar vasos de plástico”. Esa es una agenda muy específica. El objetivo es promover un cambio muy específico y orientado en la sociedad. Eso esta muy bien, a veces me considero un activista, pero es algo muy diferente a mi práctica de arte.

Ahora, si pensamos en “política” en un sentido más amplio, como la forma en que nos relacionamos con los demás en nuestra vida cotidiana, la forma en que nos organizamos, creo que el arte es político porque puede causar un impacto profundo en la sociedad. Pero este impacto no se puede calcular ni cuantificar, está fuera del control del artista. Para mí esa es la diferencia principal. Es importante no confundir el arte con el activismo. En el arte, no tengo una agenda con respecto a lograr que la gente piense de una manera específica. Me interesa mucho más poner en la mesa los temas que considero relevantes para poder discutirlos de forma colectiva, independientemente de las conclusiones de cada persona. Entendido de esta manera, creo que todo arte es político, sin importar cuán consciente sea el artista de ello. Cuando trabajamos en el ámbito de la representación, adoptamos posturas y hacemos gestos políticos, aunque sea de manera inconsciente. Creo que una buena pregunta sería: ¿Qué tan conscientes son los artistas en estos días, incluyendo los formalistas, de la dimensión política de sus obras?

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